Arida Cutis

Una mirada al presente y futuro de las zonas áridas desde la ecología. Hablaremos de temas y lugares que nos acercarán a comprender mejor los ambientes áridos, cómo los estudiamos y cómo están cambiando en respuesta al cambio global en el que estamos inmersos.


Preguntas y respuestas sobre la desertificación

Pertinente entrada en estos tiempos de sequía y calentamiento global, para deslindar problemas de origen antropogénico de cuestiones meramente naturales. Desiertos, desertificación, zonas áridas, sequías, conceptos que se entreveran y que es necesario comprender. Fernando Maestre nos lo contaba hace unos años en esta entrada que reflotamos.

La desertificación constituye uno de los principales problemas ambientales que afectan a las zonas áridas a nivel global, por lo que no queríamos dejar pasar la oportunidad de tratar este fenómeno en Árida Cutis.

La cantidad de información que hay sobre la desertificación tanto en la bibliografía científica como en otros blogs y páginas web es prácticamente inabarcable, por lo que no queremos hacer una entrada enciclopédica ni que sea una mera repetición de información que ya está disponible (para una buena revisión del tema en castellano los lectores interesados pueden consultar las webs de Greenfacts y del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, así como este artículo, por citar algunos ejemplos relevantes). Es por ello que planteamos esta entrada como una serie de preguntas y respuestas sobre aspectos concretos de este fenómeno con la esperanza de que los lectores encuentren información útil para comprenderlo mejor. Estas preguntas se las hizo la periodista María Pérez Ávila a Fernando para elaborar una noticia publicada en El Mundo en con motivo del Día Internacional de la Desertificación de 2016. Aprovechando que la mayoría del contenido no pudo ser incluido en la noticia lo hemos «reciclado», actualizado y ampliado para elaborar esta entrada. Si bien abordamos el tema desde una óptica general al responder a las mismas, nos centraremos en la situación específica de España, que es común a muchos otros países.

– España es el país europeo con mayor riesgo de desertificación, y es la zona del sudeste la más afectada por este proceso. ¿A qué se debe? ¿Es por las condiciones climáticas?

La desertificación es definida por la Convención para la Lucha contra la Desertificación de Naciones Unidas (CLD) como la «degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas resultante de varios factores, incluyendo las variaciones climáticas y las actividades humanas». Es por ello que constituye un proceso complejo resultado de múltiples factores, siendo las condiciones climáticas uno de los principales determinantes de este fenómeno. Unos dos tercios de la superficie de España se encuentran en zonas de clima árido, semiárido y seco-subhúmedo (según estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente), por lo que son susceptibles de sufrir desertificación. Las siguientes condiciones particulares propias de amplias zonas de España están asociadas a los procesos de desertificación:

  • Clima caracterizado por una sequía estacional, una extrema variabilidad de las lluvias y la presencia de lluvias súbitas de gran intensidad (p. ej. los fenómenos de gota fría).
  • Suelos pobres en nutrientes con marcada tendencia a la erosión, como los suelos margosos que pueden encontrarse en numerosas zonas del sudeste de la Península Ibérica.
  • Relieve desigual, con laderas con fuertes pendientes.
  • Reducción de la cubierta vegetal como consecuencia de la conversión de ecosistemas naturales a zonas cultivadas, los incendios forestales, la urbanización y sobrepastoreo.
  • Pérdida de población dedicada a la agricultura tradicional, con el consiguiente abandono de tierras y deterioro del suelo y de las estructuras de conservación del agua como las terrazas, que desempeñan un importante papel a la hora de conservar el suelo en los ambientes agrícolas.
  • Explotación insostenible de los recursos hídricos subterráneos, lo que unido a la utilización en exceso de plaguicidas y fertilizantes están provocando la contaminación y salinización de numerosos acuíferos, sobre todo los situados en zonas cerca de la costa en el sudeste peninsular.
  • Concentración de la actividad económica y la población en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo y la agricultura de regadío, lo cual ejerce una intensa presión sobre sus recursos naturales.

En resumen, la combinación de factores y procesos como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales, la sobreexplotación de acuíferos, etc., es lo que principalmente origina la desertificación en España y en otros muchos lugares de nuestro planeta (para ejemplos el lector interesado puede consultar esta revisión).

– A raíz de la pregunta anterior, ¿qué función cumple el cambio climático en el proceso de desertificación? ¿Es un factor determinante o tiene mayor peso la actividad humana? ¿Cuáles suelen ser las causas más habituales?

El cambio climático está íntimamente ligado a actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la degradación de ecosistemas naturales, por lo que ambos factores son interdependientes. El cambio climático puede exacerbar la desertificación debido al aumento en la temperatura/evapotranspiración y al incremento de la frecuencia y duración de las sequías, los episodios de calor extremo (olas de calor) y los eventos de precipitaciones intensas. También puede hacerlo al favorecer condiciones climáticas propicias para la proliferación de grandes incendios forestales, como los que se han venido produciendo en los últimos años en numerosos lugares del mundo, como CaliforniaArgentina, Australia la cuenca Mediterránea. Asimismo, el aumento generalizado del nivel de aridez con el cambio climático va a incrementar la proporción de superficie terrestre susceptible de sufrir desertificación; los últimos modelos climáticos indican que la superficie de zonas áridas aumentará entre un 11 y un 23 % a nivel global hacia finales de este siglo, según el escenario de emisiones de gases de efecto invernadero que se considere. Estos efectos del cambio climático actuarán de forma conjunta con la mayor presión por los recursos naturales derivada del aumento de la población en zonas áridas de todo el planeta, sobre todo las situadas en países en vías de desarrollo, para incrementar el riesgo de desertificación en numerosas zonas áridas de nuestro planeta.

– ¿Qué características presenta un terreno desertificado?

La desertificación comprende un conjunto de procesos de degradación que afectan al suelo, la vegetación y la fauna y que disminuye la capacidad productiva de los ecosistemas. Por lo general, en los ecosistemas naturales la desertificación comienza con la destrucción de la cubierta vegetal, lo que aumenta la erosión y acelera la pérdida de suelo fértil. Si no se detiene la erosión puede llegar a perderse todo el suelo fértil, lo que impide el desarrollo de la vegetación natural, los cultivos, o ambos. En las etapas finales de la desertificación pueden alcanzarse situaciones semejantes a las de un desierto.

– ¿Cómo se identifica la desertificación de un ecosistema? He leído un estudio suyo en el que habla de la importancia de la cobertura perenne y la distribución espacial de la vegetación como indicador de alerta ante la desertificación. ¿Qué más métodos se suelen aplicar?

Debido a la dificultad que entraña en la mayor parte de los casos establecer medidas preventivas (si no basta con leer las noticias que nos llegan sobre los problemas a la hora de implementar los acuerdos para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero), las actividades de muestreo y evaluación de los procesos naturales y socioeconómicos están siendo cada vez más importantes en la gestión de las zonas afectadas por la desertificación. El establecimiento de programas de seguimiento a largo plazo es una manera efectiva de evaluar el estado de los recursos naturales y la evolución de atributos del ecosistema que puedan indicar la aparición de la desertificación. En este sentido, en los últimos años se ha dedicado un esfuerzo creciente a la búsqueda de indicadores de «alerta temprana» de los procesos de desertificación (puede encontrar más información sobre este tema en esta revisión), que permiten detectar la aparición de este fenómeno antes de que se puedan cruzar umbrales de degradación irreversibles, ya que los costes de actuación para revertir la desertificación cuando este proceso está muy avanzado se hacen económicamente inviables en la mayor parte de casos.

Desde un punto de vista ecológico, para describir la aparición de síntomas de la desertificación estudiamos cambios en el espacio y el tiempo de atributos de la vegetación y los suelos. Así, en nuestros estudios hemos comprobado que cambios en la configuración espacial de la vegetación (la forma con que las plantas se distribuyen en el espacio, Figura 1) están relacionados con disminuciones drásticas en la fertilidad del suelo que pueden indicar la aparición de procesos de degradación del ecosistema que en última instancia deriven en su desertificación. También hemos comprobado, junto con otros muchos autores, cómo el grado de cobertura vegetal es clave a la hora de conservar el suelo y prevenir su erosión (a mayor cobertura vegetal mayor fertilidad y menor erosión). Asimismo, se han desarrollado métodos basados en interpretar la condición de la superficie del suelo mediante indicadores sencillos relacionados con la fertilidad, infiltración y estabilidad del suelo, atributos que determinan la capacidad productiva del ecosistema, y en el análisis de los cambios en la productividad de la vegetación utilizando imágenes de satélite, cuya resolución ha mejorado notablemente en los últimos años con el lanzamiento de satélites como SENTINEL por parte de la Agencia Espacial Europea. Utilizando este tipo de indicadores se están poniendo en marcha a nivel global numerosas iniciativas para la monitorización de procesos de desertificación, como la red MARAS en Argentina. En España, la red RESEL lleva monitorizando desde hace varias décadas los procesos erosivos en distintos ecosistemas naturales y agroecosistemas.

Figura 1. Ejemplo de vegetación semiárida en las inmediaciones del Salobral de Ocaña (Toledo). Foto de Miguel Berdugo y Miguel García.

– ¿Cómo se produce el proceso de desertificación? ¿Puede llevar muchos años o, por el contrario, avanza rápido? ¿Un suelo que pierde su fertilidad se puede recuperar o llega un punto en el que el proceso es irreversible?

La desertificación se produce por una combinación de factores sociales, políticos, económicos y naturales que son diferentes en cada región. En el caso de España, y como hemos comentado anteriormente, la desertificación se produce por la combinación de factores y procesos como la aridez, la sequía, la erosión, los incendios forestales y la sobreexplotación de acuíferos.

No puede generalizarse la velocidad a la que ocurre la desertificación, ya que ésta va a depender de factores naturales (como el clima) y antrópicos (como la explotación de los recursos). Por ejemplo, la desertificación va a producirse mucho más rápido en una zona de elevada pendiente que haya perdido su cubierta vegetal por sobrepastoreo que sobre una zona con poca pendiente que no esté sobrepastoreada. Pero la desertificación puede producirse en poco tiempo si confluyen las condiciones adecuadas para ello.

Siempre que no se haya producido la pérdida de todo o de la mayor parte del suelo su fertilidad puede recuperarse, pero si ha habido una degradación severa y hemos perdido la capa fértil entonces el proceso es irreversible, ya que en esas situaciones el suelo no puede mantener una cubierta vegetal y va a ser prácticamente imposible volver a la situación previa, salvo que se realicen obras de ingeniería muy costosas y con resultados que muchas veces no son los esperados, como podemos apreciar al observar los numerosos intentos de restauración de ecosistemas degradados, desertificados, o ambos, fallidos (Figura 2).

Figura 2. Las repoblaciones forestales no siempre frenan la erosión y degradación, sino que en ocasiones la favorecen, como ha ocurrido en estos aterrazamientos realizados en la zona del Palomaret, entre Agost y Petrer (Alicante). Foto de Fernando T. Maestre.

– ¿Qué área se encuentra afectada por la desertificación a nivel global? ¿Y en España?

Estimas anteriores apuntan que el 25 % de las zonas áridas a nivel global se encuentran afectadas por este fenómeno, aunque estos valores hay que tomarlos con mucha cautela debido a la manera como la definimos (la definición de la CLD no permite una cuantificación fácil de este fenómeno) y a la disparidad en la disponibilidad y calidad de los datos existentes en distintas regiones del mundo. Está previsto que a lo largo de 2017 vea la luz la tercera edición del Atlas Mundial de Desertificación, que promete utilizar los últimos avances técnicos y conceptuales para proporcionar estimas precisas y actualizadas de la cantidad de superficie afectada por la desertificación a nivel global.

En el caso de España, el estudio más reciente que tiene en cuenta tanto factores ecológicos como socioeconómicos, indica que un 20 % del territorio ya se ha desertificado, y un 1 % está degradándose actualmente.

– ¿Cómo se lucha desde España contra la desertificación? ¿Cómo se recupera un territorio? ¿Y qué acciones pueden llevarse a cabo para prevenir este proceso?

Para una prevención eficaz de la desertificación, la gestión y las políticas deben fomentar el uso sostenible de los recursos. Debería anteponerse la prevención a la recuperación, ya que esta última es complicada y costosa. Una de las principales herramientas empleadas en España para luchar contra la desertificación y recuperar zonas degradadas ha sido la repoblación forestal, realizada en zonas semiáridas fundamentalmente con árboles como el pino carrasco (Pinus halepensis). Así, en España se han repoblado más de 3 millones de hectáreas entre 1940 y 1980. Estas repoblaciones no siempre han dado los resultados esperados (Figura 5, véase una revisión sobre este tema aquí), y en las últimas décadas se ha avanzado mucho en la utilización de otras especies y en el desarrollo de técnicas que maximicen el éxito de las plantas introducidas y minimicen su impacto ambiental (existe una bibliografía muy amplia sobre este tema, una buena revisión es ésta escrita por Jordi Cortina, catedrático de ecología de la Universidad de Alicante y uno de los principales expertos en restauración de ecosistemas degradados que tenemos en este país).

Junto con la repoblación se utilizan otras técnicas para recuperar terrenos degradados susceptibles de sufrir desertificación, como la realización de bancales en cauces y ramblas para contener la erosión, el aporte de nutrientes al suelo mediante la adición de enmiendas orgánicas como el compost o la adición de paja en la superficie para minimizar el efecto erosivo de las lluvias en zonas afectadas por incendios forestales. Al respecto existen interesantes iniciativas y proyectos piloto en los que se están evaluando la idoneidad de estas técnicas, entre las que nos gustaría destacar la cuenca experimental de Albatera (Alicante), gestionada por investigadores de la Universidad de Alicante y la Fundación CEAM.

– ¿Qué consecuencias puede tener la desertificación, tanto a nivel ecológico como socioeconómico?

El cambio climático tendrá un efecto negativo sobre la vegetación y las comunidades de microorganismos del suelo al haber menos disponibilidad de agua y de materia orgánica en el suelo debido al aumento de la aridez y las sequías. Ello disminuirá la fertilidad de los suelos, lo que unido a la disminución de la cubierta vegetal -provocada también por el aumento en la frecuencia de incendios y en la presión antrópica y ganadera-, los hará más vulnerables a la erosión, que a su vez aumentará debido al incremento en la frecuencia de lluvias torrenciales. Todos estos cambios afectarán a la biodiversidad del ecosistema en su conjunto y a la provisión de servicios ecosistémicos básicos para la sociedad, como la fijación de CO2 atmosférico, el reciclado de nutrientes, la regulación del clima y la provisión de madera y alimento.



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LOS EDITORES DEL BLOG

Fernando T. Maestre es profesor en la King Abdullah University of Science and Technology y miembro de la Real Academia de las Ciencias. Su actividad investigadora le ha llevado a trabajar en zonas áridas de seis continentes y ha derivado en más de 300 publicaciones científicas y de divulgación. Sus contribuciones al estudio de las zonas áridas y la búsqueda de soluciones a su problemática ambiental han sido reconocidas por premios como el Rei Jaume I, Categoría de Protección del Medio Ambiente (2020), y el Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina (2022). Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante

Santiago Soliveres Codina, profesor titular de la Universidad de Alicante, es un ecólogo interesado en las interacciones entre plantas, cómo se ensamblan las comunidades bióticas, las relaciones entre la diversidad y el funcionamiento del ecosistema, el efecto del pastoreo, cambios en el clima o el uso de la tierra en la biodiversidad, la restauración de ecosistemas antropizados, y la ecología de las costras biológicas del suelo. La mayor parte de mi investigación se centra en tierras secas. CodinaLab.

Jaime Martínez Valderrama es científico titular de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC. Es especialista en desertificación y Cambio global. Apasionado de las montañas y los desiertos, es acérrimo partidario del enfoque holístico para comprender el funcionamiento de los socio-ecosistemas. Además es escritor y divulgador destacando, en este contexto, su libro Los desiertos y la desertificación.

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